Del evangelio de San Juan (19, 26-27)
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XIII estación
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
En la cumbre del Gólgota, junto a la cruz de Jesús, se recortan las siluetas de la Madre y el discípulo. Los retablos de nuestras iglesias se coronan con estas mismas imágenes. Todo es cima en la cruz. Muda e inmóvil, junto al patíbulo, está la Madre Dolorosa, viendo morir al hijo abandonado. Y desde entonces se remedió la soledad de la Madre y la orfandad de todos: somos hijos regenerados, hijos bien nacidos en el dolor.
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